Ni religioso tradicional, ni ateo acérrimo. Albert Einstein, la mente más brillante de la última era de la humanidad, dejó un pensamiento avanzado para su tiempo sobre la religión, la ciencia y el hombre. Su posición frente a un tema tan trascendente sigue inquietando. “La ciencia sin religión es inaceptable, la religión sin ciencia es ciega”, escribió. Fue un devoto de la misteriosa “fuerza” que tiene el universo, pero refutó a la Biblia y a las estructuras religiosas que se montan sobre sus textos.
El viejo testamento
Existen numerosos trabajos que ponen en duda la divinidad y originalidad del viejo testamento, la biblia judía que luego anexa a sus escrituras el cristianismo.
En aquí se puede conocer como llegan esas historias al libro sagrado. La fuente de inspiración no ha sido Dios, sino las culturas monoteistas anteriores al nacimiento de judaísmo y los mitos griegos.
En su libro Los mitos hebreos (Alianza Editorial), Robert Graves y Raphael Patai describen con detalle el contenido de dicha narración: en el comienzo de los tiempos, los dioses Apsu (el procreador) y Tiamat (la Madre) se unieron y engendraron numerosos monstruos. Tiempo después surgió una generación de dioses más jóvenes. «Uno de ellos, Ea, dios de la sabiduría, desafió y mató a Apsu. Tiamat se casó con su propio hijo Kingu, engendró monstruos con él y se dispuso a vengarse de Ea». El único que tuvo valor para enfrentarse a Tiamat fue el hijo de Ea, Marduk. Éste mató a Tiamat y, tras partirla por la mitad, utilizó una de las partes «como firmamento, para impedir que las aguas de arriba inundaran la tierra; y la otra como base rocosa para el mar y la tierra». Este fragmento del Enuma Elish recuerda sospechosamente al relato del Génesis sobre el segundo día de la creación: «(…)Y dijo Dios: Haya un firmamento en medio de las aguas y que separe las aguas de las aguas. E hizo Dios el firmamento y apartó las aguas que estaban debajo del firmamento de las que estaban arriba del firmamento. Y llamó Dios al firmamento cielos».
El nuevo testamento
El sitio de ARCE, Asociación de Revistas Culturales Españolas, hace un interesante análisis sobre la multiplicidad de trabajos literarios que refutan a la Biblia cristiana y a la propia institución vaticana. Todo parece encajar en una decadencia del poder imperial cristiano a partir de una mayor cantidad de información que circula por el mundo. El mito milenario ya no es fácil de sostener.
En el artículo de Víctor Claudín se exponen detalles de cómo se gestó la biblia que alzan hoy los religiosos:
Fuente
Einstein y la religión
Einstein cosechó con sus palabras años de investigaciones y lecturas, donde la ciencia se topó con Dios. Se crió en un hogar judío, pero tuvo vivencias en el cristianismo. Alcanzó la religión a partir de la emoción que percibía del orden y la armonía del cosmos. Su religión no se inscribía en esas poderosas estructuras que imponen normas de vida “inspiradas” por Dios. Esas “instituciones” dirigidas por quienes se proclaman “elegidos”, que tienen en sus manos la definición del bien y del mal y amenazan con el castigo eterno a aquellos que no respetan sus reglas.
Él no juega a los dados”. Así se refirió de Dios cuando debió justificar la aleatoriedad revelada por la teoría cuántica. Su Dios no era precisamente las representaciones que adornan los templos, ni sus historias fantásticas.
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